sábado, 24 de julio de 2010

YO TAMBIÉN TUVE UNO...

A menudo, paseando los dos por Barakaldo, se me acerca una persona mayor y, tras mirar un buen rato a Ikatz, me comenta: "Yo también tuve uno..." Y ese es el principio de una historia que se suele repetir: su pueblo, la caza, la bondad de su carácter,... El correr en libertad, el cortar el aire, el zigzaguear entre árboles y matorrales,...
Esta última semana, estando en Trespaderne, tuvo la posibilidad de desahogarse un poco al lado del río, en la chopera. Intente captar algo de su entusiasmo, reconozco que no con mucha destreza. La próxima vez intentaré ser un poco más fino.



A veces, muchas por desgracia, la charla suele acabar con un "no entiendo por qué les hacen esas barbaridades, por qué les cuelgan o les matan, y encima de esa forma tan brutal.
¿Alguien sabría decirme un por qué? Solo uno, si existe... Es la demostración más clara de que humano y humanidad son dos palabras con distinta raiz, la primera deriva de una categoría animal en un estadio evolutivo X; la segunda es una cualidad que se le supone al humano, como de bondad, de sensibilidad, de positivo, pero que no siempre se relaciona con el mismo.

Un ejemplo gráfico: las patas de Martín. Debo suponer que este feroz animal de largos caninos, en un ataque de animalidad extrema, intentó acabar con la vida de sus cuidadores; y estos, con gran dolor de sus corazones, se vieron obligados a defenderse sujetándole las garras con lo primero que tuvieron a mano.






No sé por qué, pero no me creo que la historia fuese así...

Un ejemplo oral: Ayer, bajando de Trespaderne a Noja, decidimos parar en Torrelavega (¡vaya vuelta!) para comprar alguna cosilla. Dejamos el coche aparcado y, mientras Encarni hacía las compras, yo me dediqué a dar unas vueltas con Ikatz. Cuando ya estábamos en el coche, a la espera de la compradora, se nos acercó un joven (mucho más que yo, al menos) preguntando si había posibilidad de cruzar a Ikatz con una galga suya, atigrada, de unos 3 años. Después de la clásica explicación de "es muy joven, solo tiene 10 meses, además dentro de nada ya no va a poder...", comenzamos a hablar de la asociación, de los paseos mensuales, de los galgos y su comportamiento, de su bondad, de su "humanidad" (no en ser humanos). Y me comentó cómo llegó a sus manos la galguita. Curioso, la historia se repite. En su caso, circulaba con su coche detrás de una furgoneta cuando, para su asombro, la puerta corredera lateral se abre y un algo (en este caso un perro) sale despedido a la cuneta. Como si fuera un saco de basura, como si se tratara de una porquería de la que hay que deshacerse, ¡zas!... a la calle. Paró el coche, se acerco y vió un panorama desolador: una galguita con la punta de la cola rota, una herida profunda y larga en la zona inguinal, una costilla rota, varias heridas en todo el cuerpo,... vamos, una verdadera pena. La recogió y la llevó al veterinario. A partir de ahí, un largo tiempo de cuidados, preocupaciones y recuperación. Hoy en día es la alegría de su casa, junto a la golden retriever: cada una con su carácter, con sus gracias y sus manías, cada una como es ella en realidad.
Supongo, y vuelve a ser una suposición casi-seguramente irreal, que la galguita fue expulsada de la furgoneta al estilo rambo, con una colosal patada en las costillas, porque se lanzó a atacar a la familia que iba dentro. Como un asersino (ser asesino) se lanzó al cuello de los cariñosos humanos (especie animal) y estos, tras una feroz contienda, lograron abrir la puerta de su coche y librarse de él para siempre. THE END. Final feliz de película americana. Triste final para otro galgo... Esta tuvo suerte... y un humano con humanidad.
Y por suerte hay muchos y muchas.

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