martes, 17 de agosto de 2010

LLORANDO EN ASTURIAS

Bueno, bueno... todo tampoco son lágrimas. Hay momentos para todo: para reir, para correr, para saltar, para ladrar, para hacer burla...
Supongo que es un poco una venganza por lo que le estamos haciendo, pero "es por su bien" (¿dónde he oído yo eso antes?). Me explico: ahí donde se le ve, tan majo, tan simpático, tan canijo, tiene un problema enorme con la separación. Cada vez que nos vamos a trabajar el resto del vecindario sufre un concierto de llanto en MI mayor sostenido (durante mucho tiempo). La solución parece ser que se basa en dejarle llorar a gusto y que vea que aunque nos vamos volvemos, que se de cuenta que aquí él es el último de la manada, no el que manda... Pero es cabezón y persistente.


Total que pensamos que en estas vacaciones, ademas de irnos a ver cosas (con las orejas en sombrilla, eso sí, por el sol),


descansar de la forma más cómoda posible mientras ligamos bronceado (o sea, en tumbona cómoda cómoda y en exclusiva -eso de compartir siempre trae problemas-),


dormir largas e interminables siestas despatarrado al completo (casi de forma in-decente) para recuperar las fuerzas perdidas en carreras y llantinas (que para todo hay tiempo en esta época estival) antes de empezar de nuevo,

bueno, pues que además de todo eso, sería el momento oportuno para ir dejándole solo y que llore lo que quiera. Y nos vinimos hasta esta maravillosa Asturias, concretamente a Suares, un lujo de paisaje y de tranquilidad.
Hasta ahora, al menos.

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